jueves, 18 de diciembre de 2008

Escuela única y enseñanza obligatoria

La Escuela única.
La escuela única es meta irrenunciable del “progresismo educativo”. Sólo en ella, dicen, se promocionan los individuos sin ser clasificados ni segregados ni discriminados, sólo en ella se compensan las desigualdades entre los individuos, se eleva el nivel educativo de toda la sociedad y se adapta la educación a necesidades de todos los ciudadanos sin distinción alguna.
Sólo la escuela única tiene presentes, además de la calidad, los demás objetivos esenciales de la educación y por ello no utiliza criterios de “excelencia” para la exclusión porque es la única que es coherente con la deseada y necesaria democratización de la enseñanza que exige la atención a las necesidades de todos y no sólo a las de aquellos que mejor responden a sus exigencias.
La Escuela única, de forma necesaria, neesita de un Cuerpo único de enseñantes, no jerarquizado y cooperativo, otra de las metas irrenunciables del “progresismo educativo”.

La Educación obligatoria.
Los defensores de una educación obligatoria parten del principio de que todos pueden progresar, madurar, adquirir cultura en alguna medida, sea cual sea su estado de partida.
La educación obligatoria en España pretende ofrecer una formación general común para todos en cuanto elemento básico de igualación. Establece, además, que quienes tengan dificultades, deben ser ayudados para compensar sus carencias en vez de ser excluídos del sistema educativo.
Prolongando la escolaridad obligatoria, ha retrasado en dos años el momento en el que los alumnos deben elegir entre la vía académica y la profesional. Organiza además las enseñanzas con un carácter comprensivo e integrador intentando asegurar una mayor igualdad de acceso de todos a programas educativos similares que, en el caso de terminarlos satisfactoriamente, les ofrecerán las mismas opciones de salida.
Determina la necesaria atención a la diversidad y la exigencia de que todos, al concluir la Enseñanza Obligatoria, obtengan un mismo título (independientemente de sus capacidades y de su trabajo).

Pero hasta los más acérrimos defensores del actual sistema educativo reconocen, por evidente, que en nuestra enseñanza obligatoria un número elevado de sus alumnos no llegan a alcanzar los objetivos propuestos. Son muchos los que exigen medidas que eviten su exclusión.
Para unos hoy el fracaso escolar es más numeroso y evidente porque la educación es obligatoria para todos y porque a todos se les somete a unos mismos niveles de exigencia, cuando no todos tienen las mismas capacidades, ni están igualmente predispuestos a esas exigencias e incluso llegan a rechazarlas.
Otros señalan que no se hace nada para compensar las insuficiencias de quienes desde el principio se conoce que, precisamente por sus carencias, tendrán menos posibilidades de éxito dentro del sistema educativo y corren el peligro de ser excluídos del mismo.

Hay quienes advierten que con solo prolongar la escolaridad obligatoria no se asegura ni se consigue la igualdad de oportunidades en materia educativa.
Señalan que la escolarización obligatoria hasta los 16 años supone un logro necesario pero no suficiente ya que unos mayores índices de escolarización en la enseñanza obligatoria no implican necesariamente una mayor calidad del sistema educativo. Estar escolarizado no presupone estar recibiendo una buena educación.

Advierten que la extensión de la educación obligatoria, por muy loables que sean sus objetivos, necesita al mismo tiempo de un conjunto de iniciativas que garanticen su aplicación en la práctica.

Apuntan que el establecimiento de una enseñanza obligatoria y gratuita sólo puede hacerse desde una oferta educativa contextualizada, adecuada, atractiva y eficaz y no desde la obligación de aceptarla en cualquier situación por imperativo legal.
Que la obligatoriedad de la enseñanza no puede ni debe entenderse como una imposición de sometimiento al régimen escolar durante un tiempo establecido para el logro de unos objetivos idénticos para todos sino como una fórmula que asegure para todos una determinadas y precisas oportunidades de educación.

Critican el anacronismo que supone el obligar a los padres que escolaricen a los hijos por considerar que sólo con la escolaridad obligatoria se puede progresar culturalmente y conseguir la igualdad.

Denuncian que los actuales institutos de secundaria están dejando de ser instrumentos eficaces para borrar o "igualar" las desigualdades sociales y culturales de origen porque sus alumnos, al finalizar la ESO, salen como entraron. “igual de desiguales”.

Que si al concluir la Enseñanza Obligatoria necesariamente todos deben obtener un mismo título (independientemente de sus capacidades y de su trabajo).porque esta quedará devaluado, defraudando a quienes trabajaron para conseguirlo y será un engaño para quienes se les regaló porque no tienen los que se les dice que tienen y, lo que es más grave, éstos jamás se esforzarán por vencer sus limitaciones porque nunca nadie les ha enseñado a identificarlas y advertido del modo y necesidad de superarlas.
Sería suficiente, dicen, con que la enseñanza obligatoria consiguiera, de modo efectivo, a todos, sin distinción, la posibilidad de educarse y de aumentar sus posibilidades.

No hay comentarios: